< Previoustodo, por conservar la Fe, la Doctrina, la Tradición, la integridad; por restablecer la Santa Misa Tridentina Latina de San Pío V; y condenaron las herejías y los errores del progresismo diabólico que reinaba en la Iglesia. Jamás el Papa les condenó. Era una hora gloriosa para la Iglesia, en medio de una hora de amar- gura: la hora de El Palmar en unión con el Papa, Pablo VI, mártir del Vaticano. Así comenzó a resurgir la Iglesia, con un buen Colegio Episcopal en El Palmar. Por mandato divino, la Sede y Cáte- dra de Roma fue trasladada a El Palmar de Troya, al convertirse Roma en la Gran Ramera de los Últimos Tiempos, cumpliéndose así la caída apocalíptica de Babilonia la Grande o ciudad de las siete colinas. La nueva Santa Sede de la Iglesia: El Palmar de Troya Así lo relata la Santa Biblia en el libro del Apocalipsis: «El dragón se paró de- lante de la mujer que estaba de parto, a fin de tragarse a su hijo cuando le parie- se. Ella parió un hijo varón que había de regir a los hombres con vara de hierro. Y este hijo fue tomado por Dios para su servicio, y para que ocupase el trono de su sede en la Tierra». Este parto del hijo varón simboliza la elección, por Cristo, del Papa San Gregorio XVII Magnísi- mo, en Santa Fe de Bogotá, Colombia, el día 6 de agosto de 1978. Dicha elec- ción papal tuvo lugar tras la muerte del Papa San Pablo VI, último Papa con sede en Roma. Desde ese momento, y con el traslado de la Santa Sede a El Palmar de Troya, el día 9 de agosto de 1978, la verdadera Iglesia de Cristo es la Una, Santa, Católica, Apostólica y Pal- mariana, ya que la iglesia romana apos- tató. «El Dragón decidió perseguir furiosa- mente a la Mujer que había parido al hijo varón. Pero la fueron dadas a la Mujer dos alas de águila grande para que volase al desierto, al lugar que Dios le había preparado, y en donde es guar- dada por un tiempo, dos tiempos y me- dio tiempo, de la presencia de la serpien-te infernal». En este pasaje está profun- damente representado, el traslado de la Cátedra de la Iglesia desde Roma a El Palmar de Troya, por el Papa San Gre- gorio XVII Magnísimo; dicho traslado tuvo lugar en el viaje que él hizo en avión el día 9 de agosto de 1978 desde Santa Fe de Bogotá a El Palmar de Tro- ya-Sevilla, España. Dios quiere que todos sepan donde está la Verdad, y para ello da señales. Así lo hizo en el Nacimiento de Cristo: «El mismo Señor Dios os dará una se- ñal: He aquí que concebirá la Virgen, y parirá un Hijo, y será llamado su nom- bre Emmanuel». Para los Santos Reyes de Oriente, una Estrella milagrosa sería la señal inconfundible de que el Reden- tor ya había nacido. Un Ángel anunció a los pastores: «No temáis, porque he aquí que os anuncio un gran gozo, que será para todo el pueblo: Que hoy os ha naci- do el Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. Y esta os será la se- ñal: Hallaréis al Niño en una gruta en- vuelto en pañales y colocado en un pes- ebre». Incluso el malvado rey Herodes tuvo señales por las que pudo saber dónde había de nacer el Cristo: «En Be- lén de Judá; porque así está escrito por el Profeta Miqueas». En estos tiempos también el Señor da señales para que todos los que quieran, puedan ver donde están Él y su Iglesia. Lo ha revelado a través de las Aparicio- nes en El Palmar de Troya. Además, lo ha anunciado con antelación por medio de sus profetas en la Santa Biblia. Que los que quieran saber la verdad miren también en las Sagradas Escrituras, como dijo Nuestro Señor a los judíos: «Escudriñad las Escrituras, las cuales vosotros tenéis como garantía de vida eterna: Pues ellas son las que dan testi-monio de Mí. Mas, como no queréis ve- nir a Mí para que tengáis la vida, aun- que veáis la verdad en las profecías, no la aceptáis». «Si por el aspecto del cielo sabéis distinguir el buen o el mal tiempo que va a hacer, ¿cómo no sabéis conocer las señales claras, de estos tiempos?» Escudriñad, pues, las Escrituras: en el Apocalipsis está profetizado que todos los que quieran alcanzar la salvación de su alma habrán de salir forzosamente de las garras abominables de la Gran Ra- mera que está sentada sobre la ciudad de las siete colinas (Roma); pues la sal- vación sólo es posible en el redil de la verdadera Iglesia de Cristo que está ac- tualmente en el desierto, y que la gran ciudad de las siete colinas, sobre la que están asentados la sede y el trono de la Gran Ramera, será destruida por el fue- go. Es fácil comprobar cómo la iglesia romana, por su prostitución, se ha con- vertido en la Gran Ramera, pues las abominaciones de Roma están a la vista de todos: ha abandonado la santa doctri- na de los Apóstoles; pacta con los enemi- gos de Cristo; respeta todas las religio- nes; predica la verdad y la mentira al mismo tiempo, la iglesia romana de hoy, apacentada por usurpadores. Esa iglesia romana que ha sido abatida y hollada por los enemigos de Cristo, ella misma ha abierto las puertas. He aquí que la Verdadera Iglesia ya no es más romana. La Verdadera Iglesia es Palmariana. Eso también está indicado en el Apoca- lipsis, para todos los que quieran verlo, cuando dice que le fueron dadas a la Mujer «dos alas de águila grande para que volase al desierto, al lugar que Dios le había preparado, y en donde es guar- dada por un tiempo, dos tiempos y me- dio tiempo, de la presencia de la serpien- te infernal». Así se profetiza el traslado de la Cátedra de la Iglesia desde Roma a El Palmar de Troya. Los que rechazan estas señales merecen el mismo repro- che que Cristo hizo a los discípulos de Emaús: «¡Oh necios y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!»Y para más señales, el Apocalipsis añade: «Entonces la serpiente infernal fue en pos de la Mujer vomitando de su boca ríos de infamia, persecución, con- fusión, seducción y otras múltiples in- mundicias, a fin de arrastrarla en la co- rriente y acabar con Ella... Viendo el Dragón que no podía acabar con la Mu- jer, para vengarse de Ella, se fue a hacer la guerra contra su descendencia, que son los que guardan los Mandamientos de Dios y dan fiel testimonio de Jesu- cristo». En este pasaje se simboliza a la Iglesia Palmariana terriblemente perse- guida por Satanás y sus huestes, sobre todo por la masonería mediante los me- dios de comunicación, con calumnias y mentiras, e inventando historias. Ahí está la señal infalible que Dios da en es- tos tiempos apocalípticos para indicar dónde está la verdadera Iglesia, anun- ciada en la Santa Biblia. El demonio se encarga bien de señalarlo, cumpliéndose así la profecía apocalíptica. Todo el mundo es testigo de los inagotables ríos de infamia y de calumnias que la ser- piente infernal vomita contra la Santa Iglesia Palmariana por boca de sus se- cuaces; pues ésta precisamente es la se- ñal inconfundible dada por Cristo en el Apocalipsis. La Santísima Virgen María, como Madre, Pastora y Doctora de la Iglesia, pisotea invencible la Cabeza de la maldi- ta serpiente infernal. Ésta, viendo que la Iglesia en sí misma es absolutamente in- destructible, tomó venganza combatien- do furiosamente contra sus fieles hijos. Con el establecimiento de la Iglesia Pal- mariana, dio comienzo el Sacro Imperio Hispano Palmariano, o Reinado de los Sagrados Corazones de Jesús y María, si bien dicho imperio y dicho reinado es- tán por ahora reducidos al Sagrado Lu- gar de El Palmar de Troya o místico de- sierto apocalíptico. Recordemos que, a través de los siglos, la Iglesia Santa de Dios siempre ha sido perse- guida. Como el demonio sabe que su impío reinado en este mundo está llegando a su fin, arremete cada vez con más furia contra la Nave de Pedro, la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Palmaria- na, que si bien en sí misma es invencible e indestructible, no lo somos los que estamos en Ella, pues podemos fácilmente sucum- bir ante las infernales embestidas si no permanecemos despiertos y vigilantes. La astucia del diablo y sus planes de perdición son, en muchos de sus matices, inconcebibles e insospechables para el hombre. El maligno conoce nuestros puntos débiles, por lo que sabe cuándo, cómo y dónde nos puede tentar para más fá- cilmente vencernos. Para ello cuenta con numerosísimos cola- boradores en este mundo, además de todos los del in- fierno. Satanás, por permisión divina, está ultimando, aceleradamente, los caminos de su manifestación públi- ca en la tierra como Anticristo Persona, o sea como hombre-demonio, para hacerse pasar como si fuera el mismo Cristo, seducir a las gentes y dar su última y de- finitiva batalla a la Santa Iglesia. La Iglesia tiene la misión de enseñar la moral al mundo. Si alguno no está de acuerdo y protesta, por ejemplo, que tiene derecho a vestirse como quiere, ese tal está mostrando que se ha dejado engañar por la masonería vaticanista, porque vestirse con mo- destia es una ley impuesta por Dios, reitera- da por los Apóstoles y enseñada por la Iglesia durante siglos, hasta que fue prácticamente descartada por la apóstata iglesia romana, que ya no es santa. Igualmente, si alguno dice que los de otras religiones tienen derecho a creer y en- señar lo que les parezca opor- tuno, se opone al severo man- dato de Cristo a sus Apóstoles: «Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Es- píritu Santo, enseñándolas a observar todas las cosas que os he mandado. El que creyere, fuere bauti- zado y practicare, será salvo; y el que no, será condenado». En cambio, los antipa- pas de la apóstata igle- sia romana proclaman falsamente que todas las religiones son buenas e inspiradas por Dios. ¿Nadie quiere abrir los ojos y ver la verdad? Dios lo permite así, al igual que en el Evangelio, para que «viendo no vean y oyendo no oigan ni entiendan». Pues a los que per- sistían en su mal proceder, Jesús, que respeta la libertad humana, les abandonó en sus propias tinieblas, permitiendo que el maligno endu- reciese cada vez más sus corazones, por lo que difícilmente tendrían luz para salvarse. Como advertía la Santísima Virgen María en El Pal- mar: «Próximamente reinará un antipapa, la confusión será terrible. No faltará un verdadero Papa, pero hará falta mucha oración para ver la Luz». La Santísima Virgen en sus Apa- riciones indica cómo hay que rezar para tener esa Luz: Establece el Rosario Penitencial, que consta de cinco Misterios; en cada Misterio se rezan diez Padrenuestros com- pletos, o sea, un Padrenuestro, Avemaría, Gloria y Ave María Pu- rísima, en cada cuenta. «Es necesa- rio restablecer el Santo Rosario Pe- nitencial de Padrenuestros, en to- dos los cenáculos; porque, de lo contrario, la luz no vendrá, sino que caminaréis en tinieblas. Es pre- ciso que, aunque os quedéis dos personas solas, recéis el Santo Ro- sario Penitencial. Eso es lo más im- portante: La oración y no la canti- dad de personas… Sobre todo, mu- cha firmeza en el rezo del Santo Rosario Penitencial. No lo olvidéis. .. Pero los que pierdan la Luz será porque quieran. Porque Yo os exhorto a que sigáis el camino de la rectitud. Agradad al Padre Celes- tial con el Rosario Penitencial… ¡Andad con cuidado! ¡Andad con cuidado!, porque Satán emprende- rá una dura batalla contra el Rosa- rio Penitencial». «Hijitos míos: Poco os voy a hablar ya, pues va llegando la hora en que me ocultaré en el desierto. Mirad, hijitos míos: se aproxima el tiempo, en el próxi-Sólo vosotros podéis aplacar la Santa Ira del Eterno Padre, porque tenéis la auténtica Misa, la Misa que repara. Tenéis el Calvario. Mientras que en la Iglesia Oficial sólo queda un banquete; han perdido la noción del Calvario. mo Pontificado, en que habrá dos Pa- pas: el verdadero y el antipapa. Será tiempo de tinieblas y confusionismo, cual no lo hubo en la historia de la Igle- sia. La lectura, la cultura, la ciencia, el arte, no servirán para encontrar la Luz; sólo la oración, la penitencia y la humil- dad. Aquellos que humillen su cabeza ante Dios, oren y pidan Luz, la encon- trarán… Mirad que, en el Calvario, es- tando Cristo Jesús clavado en la Cruz, los príncipes de los sacerdotes y fariseos le decían que bajara de la Cruz y cree- rían en Él. Mas, teniendo poder para ha- cerlo, no lo hizo; pues a Dios no se le puede obligar a que dé pruebas; mas aquellos que las pidan con humildad, las recibirán». (1973) La iglesia romana dejó de ser, por su apostasía, la verdadera Iglesia de Cristo el 6 de agosto de 1978, con la muerte del Papa San Pablo VI y con la elevación al Pontificado del sucesor legítimo el Papa San Gregorio XVII Magnísimo; pues en esta fecha el Espíritu Santo salió de to- dos los moradores de dicha iglesia, dado que el Paráclito sólo es el Alma de la Iglesia Verdadera, la Una, Santa, Cató- lica, Apostólica y Palmariana. Sin em- bargo la iglesia romana, al igual que las demás sectas apóstatas, conservó ciertos poderes hasta que les fueron totalmente retirados por el Papa San Gregorio XVII Magnísimo, en virtud de la Cons- titución Apostólica del 30 de julio de 1982; por lo que, desde ese momento, sólo dentro de la verdadera Iglesia, la Una, Santa, Católica, Apostólica y Pal- mariana son válidas las Ordenaciones Sacerdotales y Consagraciones Episco- pales, la administración de los Sacra- mentos, así como cualquier otro acto propio del ministerio sacerdotal. El día 6 de agosto del año 1978, tras la muerte del Papa San Pablo VI, el Espíritu San- to salió del Vaticano hacia El Palmar de Troya, con la elección del Papa San Gregorio XVII. El inmortal Papa San Gregorio XVII, de Glória Olívæ, ha dejado a la Iglesia, como herencia espiritual, el valiosísimo tesoro de su luminosísima Doctrina y de su Disciplina intachable. Sus muchos documentos papales, los distintos trata- dos teológicos y morales, así como la Santa Biblia Palmariana, son testimonio irrefutable de su fecundísima labor doc- trinal. Durante el Glorioso Pontificado del Papa San Gregorio XVII se celebra- ron los dos Santos, Magnos y Dogmáti- cos Concilios Palmarianos, los cuales han enriquecido sobremanera el tesoro doctrinal de la Iglesia. Duraron un total de veinte años, y han sido la primera la- bor conciliar completa de la historia, pues abarcaron todo el magisterio ecle- siástico, con grandes avances teológicos, cumpliéndose así las muchas profecías católicas sobre estos incomparables con- cilios. Produjeron la primera Biblia dog- mática, eliminando las muchas manipu- laciones que había; la primera Moral dogmática; el Tratado de la Misa, etc. En cambio, el antipapa Juan Pablo II ha sido el mayor propagador de herejías y demás corrupciones, en estos Últimos Tiempos en que vivimos. Juan Pablo II es el padre del maldito sincretismo mo- derno. El antipapa Juan Pablo II, con el mayor descaro, autodenominándose Papa y Jefe de la Verdadera Iglesia, ha proclamado solapadamente, ante los Next >