< Previouspero no se acude a la oración. Acción sin oración, trabajo perdido. Oración, hijos míos, oración, no sólo mental, sino vocal también. Hay muchos enemigos de la oración vocal, pretextando que es una rutina de oraciones tras oraciones, sin valor. Pero no se dan cuenta que Yo mis- mo enseñé el Padrenuestro y dije que se orara así. Luego, es que quiero la ora- ción vocal. También es verdad que, si se vocaliza y no se pone el corazón, de nada sirve la oración. Debéis meditar lo que estáis haciendo y a quien os estáis dirigiendo, procurando no distraerse, y gozar anticipadamente del Cielo por las gracias recibidas, y ofreciendo los sufri- mientos y penalidades. No es suficiente decir muchas oraciones con la boca, si no se entrega el alma en esas oraciones. Es difícil; por eso es más meritorio. Así que no hay pretexto para acabar con el Rosario. Más aún: En estos tiempos es más necesario que nunca». (1972) «Hijos míos: Vosotros ¡adelante! Con la oración y la penitencia venceréis y me haréis triunfar a Mí, que soy vuestra Madre. … Rezar. Vosotros, con vues- tros rezos, estaréis salvando muchas al- mas. No abandonéis la oración. Mirad: Durante muchos siglos, la salvación de la Iglesia ha estado en manos de las monjitas dedicadas a la oración: Ellas son verdaderos pararrayos de la Santa Ira del Padre. Es mi deseo que este Mensaje sea difundido a todos los vien- tos». (1971) «Hijos queridísimos: No despreciéis las profecías, pues es un don de Dios y un aviso a la Iglesia y a la humanidad. Pocos avisos recibiréis ya. También me dirijo a ti Esposa Mía (se refiere a la Iglesia). Tú también recibirás grandes castigos; pues, cada día te prostituyes más. Recuerda el pasaje de la gran ra- mera y de Babilonia la grande. Todo esto te concierne a ti, querida Esposa; recuerda tus desvaríos y tus pactos con Satán. Has dado cabida en tu seno a los emisarios de la Bestia: comunistas, ma- sones, luteranos, calvinistas y otros he- rejes. Estáis descomponiendo las Sagra- das Escrituras, y presentando los miste- rios ambiguamente; estáis adulterando la Fe, estáis enseñando la verdad junto a la mentira; arrinconáis a los santos Obispos, Cardenales, Sacerdotes y Reli- giosos buenos; a estos, que mantienen la integridad en la Fe, les hacéis la vida im- posible; en una palabra: Les hacéis la guerra fría, los desposeéis de sus cargos, les tacháis de anticonciliaristas. Pero, vosotros negáis la aceptación a todos los Santos Concilios, fundando una Iglesia nueva partiendo del Concilio Vaticano II; ¡que no es tal Concilio!, sino uno que os habéis inventado e interpretado a vuestro antojo, para adulterar la Verdad y romper con la Santa Tradición forja- dora de grandes santos. El Padre Celes- tial os purificará y acrisolará muy pron- to. Hago un llamamiento a los verdade- ros Cardenales, Obispos, Sacerdotes y Religiosos: ¡Manteneos firmes en la Fe, en la Tradición y en el Magisterio au- téntico! Mirad, haced esto, no vaya a pasar que seáis pesados y encontrados faltos de peso y seáis reprobados. Voso- tros, los buenos y verdaderos, me hacéis más daño que los otros, con vuestra pos- tura de brazos cruzados, no sea que manteniendo esa postura, vuestro Padre Celestial os diga: Porque sois tibios, sois abominables a mi vista: Os vomi- taré. Vosotros sois los llamados a restablecer el Latín en la Iglesia y a conseguir el retorno de la Santa Misa Tridentina Latina de San Pío V. Andad con cuidado con respec- to a la traducción del latín a las lenguas vernáculas, pues eso es un modo de adulterar la Verdad. Cuando veáis estos atropellos, al- zad vuestras voces como corres- ponde a los Pastores que cuidan de sus ovejas». (1972) «¿Dónde está ya ese culto glo- rioso y respetuoso que a Dios se le daba? Buscadlo en este Monte Sagrado y en otros lugares simila- res extendidos por el mundo. Ya no será fácil encontrarlo en los templos, porque los templos han sido profanados por los propios ministros del Señor. He ahí el do- lor, he ahí la pasión de la Iglesia: que la casa del Padre está siendo profanada por llamados ministros del Señor. Cuando, en realidad, son ministros de Satanás, minis- tros del anticristo, que preparan los caminos del anticristo, confun- diendo a las ovejas con un falso ecumenismo, con una falsa cari- dad fraterna, olvidando la caridad para con Dios, el supremo Man- damiento sobre todo mandamien- to. Hoy os hablo como Madre, Pastora y Doctora, para que sean confundidos los sabios, los pru- dentes y los grandes llamados teó- logos, que no son tales». (1974) La verdadera obediencia «Esta jerarquía oficial actual de la Iglesia, tan ecuménica y tan so- cial, ha dispuesto satánicamente que los Sacerdotes celebren la Misa de cara al pueblo, por respe- to al pueblo, para ser más sociable con el pueblo, el tan llevado y traí- do pueblo de Dios. Y, en cambio, no les importa celebrarlo dándome las espaldas». (1978) Falsa obediencia era el arma de Satanás: «Caminad con cuidado sobre la falsa obediencia. Es muy cómodo obedecer a un Obispo, sa- biendo que el Obispo está en el error. Pero, ¡ay, de aquellos que sabiendo que son guiados por un ciego, van tras él! ¡Pobres de ellos! Recibirán su merecido tam- bién. Observad a la Iglesia de Bél- gica, de Holanda, de Méjico, de Alemania y de otras muchas na- ciones: Viven en auténtica herejía. Y ¿por qué? Porque obedecen a pastores que enseñan herejías».«Pronto vendrá el te- rrible cisma. Mas vosotros acogeos bajo el Santo Manto de mi Santísima Madre y en- contraréis la Luz, el Camino y podréis distinguir donde se en- cuentra el Papa.«Ten cuidado con la falsa obediencia a la Jerarquía Eclesiástica, pues cuando se trata de los Derechos de Dios y la sal- vación de los hombres, no hay potestad en la tierra, sino la de Aquel que ha reci- bido del Padre toda potestad». (1971) «¡Oh, hijitos míos, andad con cuida- do! El ángel rebelde, Satán, se disfraza de ángel de luz, con apariencia humilde, pidiendo obediencia a la Jerarquía, cuando muchos de ellos están errados y llenos de confusión. Andad con cuidado. ¿Cómo se puede obedecer al que está en el error, sin caer también en el mismo error? ¡Andad con cuidado con la falsa obediencia! La obediencia ciega no es posible en estos tiempos en que la Igle- sia atraviesa una terrible confusión, una terrible borrasca, una terrible nebulosa. La obediencia ciega no es posible ahora. Hay que meditar y saber qué es lo que hay que obedecer. Mirad, hijos míos: El pueblo judío, portador de las Sagradas Verdades, sabía que había de venir el Mesías. El Domingo de Ramos, fui glo- riosamente recibido en Jerusalén. Unos días después, el pueblo, envenenado por los sumos pontífices de la iglesia, pedía mi crucifixión. ¿Por qué? Porque ciega- mente obedecieron a los sumos pontífi- ces, cuando ellos estaban en el error: Caifás y Anás. Ellos invitaban al pueblo a que Yo fuera crucificado; y el pueblo, obediente y sumiso, pidió mi muerte, porque los príncipes de los sacerdotes así lo pedían. A ellos estaba sometido el pueblo; y, sin embargo, por aquella obe- diencia, el pueblo judío fue castigado a ser errante hasta su conversión». (1972) «¡Oh, hijos míos: meditad sobre la obediencia! Mirad que muchos se des- viaron por obedecer a obispos errados. Mirad el luteranismo: Todo por falsa obediencia. Mirad todos los cismas que ha habido en la Iglesia: Todo motivado por la obediencia ciega a los Pastores... Antes estoy Yo que mis ministros erra- dos. Mirad, hijitos míos: ¡Cuántos obis- pos fueron herejes a través de la Histo- ria de la Iglesia! Mirad el obispo Nesto- rio, gran hereje de la Iglesia primitiva; y ¡cuántos por seguirle a él cayeron en la herejía! ¡Oh, hijos míos: Leed la Histo- ria de la Iglesia y encontraréis la luz! Yo soy la Luz, la Vida, el Camino, la Salva- ción. No todos los obispos hablan en mi nombre. No todos los cardenales hablan en mi nombre. No todos los sacerdotes hablan en mi nombre. Muchos de ellos hablan en nombre de Satán, porque la masonería y el marxismo se han infiltra- do en la Iglesia». (1972) La profanación de los templos «¡Es triste, esta hora es tristísima! Porque hay muchos que se están dejan- do llevar por la falsa obediencia, por la falsa caridad, sabiendo el mal que co- rroe a la Iglesia; y sabiendo que algunos obispos están, incluso, hasta en contra del Santísimo Padre de Roma, dicen que hay que obedecer a él. ¿A un obispo desviado?» (1972) «Hoy, desgraciadamente, en la Iglesia, cada día hay menos respeto a Jesús Sa- cramentado. Cada día los Sacramentos son más menospreciados. Es preciso re- tornar a la Santa Tradición que tantos Santos dio a la Iglesia. Y es preciso apartarse del progresismo que amenaza a la Iglesia. Oíd la voz del Papa cómo avisa de la infiltración satánica en la Iglesia. Oíd la voz del Papa cómo os co- munica a todos que el demonio está con- fundiendo y está desviando a muchos miembros de la Iglesia. Oíd al Vicario de Cristo cómo está anunciando al mundo la infiltración de Satán hasta en las ci- mas de la Iglesia. Andad preparados, porque vienen tiempos de mayor confu- sionismo, hasta sentarse, próximamente, el antipapa. Mas confiad: la Iglesia de Cristo no se derrumba. La Iglesia de Cristo camina asistida por Él, como pro- metió, y las puertas del infierno no pre- valecerán contra ella. Andad tranquilos: Jesús está con la Iglesia; pero con la Iglesia auténtica, fiel a los Dogmas, fiel a la Tradición y fiel al Magisterio, al au- téntico Magisterio Eclesiástico». (1972) «¡Oh, hijitos míos, cuántas veces Je- sús se tapa los oídos, cuando desde los púlpitos se enseñan doctrinas heréticas! Lo que ayer era pecado, hoy ya no es pe- cado; lo que ayer era verdad, hoy es error; lo que ayer era error, hoy es ver- dad. La Verdad y la mentira quedan en el mismo plano, y los fieles no saben dónde está la verdad; mas es fácil, acu- did al Magisterio Eclesiástico a través de la Historia de la Iglesia. El Espíritu Santo ha ido hablando a través de los si- glos, cuyas verdades son inmutables y eternas. No podéis escuchar doctrinas contrarias a la verdad, por muy alta je- rarquía, pues la verdad es una. Todo lo que se sale de la verdad, es anatema. Hoy se habla poco de anatema; hoy el error se perdona, incluso se admite». (1972) «¡Oh, hijitos queridísimos, cómo está la Casa del Padre! ¡Qué profanación! Ya veis cómo acuden al templo muchas mujeres, que se llaman a sí mismas hijas mías. ¡Qué escándalo producen con su comportamiento, con su forma de vestir y de actuar! Es preciso limpiar la Casa del Padre de todas esas inmundicias. Es preciso que la mujer entre en la Casa de Dios como siempre había entrado. Y en esto hay más culpa en mis Ministros que en ellas. ¡Y qué decir de la forma en que reciben la Comunión! ¡Qué poca prepa- ración, qué poco respeto! Olvidan que al que reciben es al mismo Dios. ¡Oh, hijitos queridísimos: Qué falsa doctrina aprendéis en estos tiempos! Se ha roto con la Tradición de la Iglesia, dando oído a doctrinas falsas y volviendo a todo lo que fue condenado en Mi Igle- sia. Otra vez están al día las antiguas he- rejías. Mirad, hijitos míos, cómo va la Iglesia. Hasta ha llegado el momento de tocar lo fundamental, que es el Santo Sacrificio de la Misa. Ya muchas veces os lo he dicho: ¿Qué ha quedado del Sa- crificio de la Misa? Un mero banquete: no hay víctima, no hay ofrecimiento al Padre, de la Víctima, Cristo Jesús. Oh, mis queridos hijos: es preciso que retor- ne a mi Iglesia el Santo Sacrificio de la Misa. Esto os lo he dicho, también, mu- chas veces». (1974) «Hoy, desgraciadamente, hay Obis- pos en la Iglesia que tratan de arrinco- nar a mi Madre. ¡He ahí el mal de la Iglesia!, pues es la hora en que muchos eclesiásticos están dando las espaldas a María, que es la Madre de la Iglesia. ¡Oh, hijitos, cómo camináis! Andad con cuidado, pues el látigo caerá sobre vues-tras espaldas, igual que hice en el tem- plo, arrojando a los mercaderes. Igual voy a hacer con vosotros; porque estáis convirtiendo la Casa del Padre en una cueva de ladrones. ¡Esos templos profa- nados! Y ¿quiénes son los responsa- bles? Vosotros, los Obispos y los Sacer- dotes. ¡Limpiad el templo de tantas im- purezas! ¡Cómo es posible que en la Casa del Padre, entren tan indecorosa- mente! ¡Cómo es posible que las muje- res falten a la dignidad de María, al pe- netrar en el templo, vestidas indecente- mente, provocando y escandalizando a otros! Y vosotros sois los responsables; porque, vosotros, tenéis el poder de ex- pulsar el mal de la Iglesia; y, a la hora de la justicia, la severidad será mayor con vosotros. Porque, a veces, ellos hacen las cosas por ignorancia; pero vosotros sabéis la conducta que hay que seguir». (1973) «¡Oh, oh, oh mundo corrompido! ¡Oh, inmoralidad! A vosotras, mujeres, me dirijo ahora: Cubrid vuestros cuer- pos, ocultad vuestros brazos, porque es- táis llamando a mi Ira; el fuego os abra- sará; sois escándalo del hombre. Cubrid vuestra desnudez. ¡Ay, de aquellas que vienen a este Sagrado Lugar enseñando sus carnes, que puede dar lugar a escán- dalo y pecado! ¿Cómo es posible que vengan aquí con los brazos al aire?» (1971) Guerra contra el Papa Los nuevos teólogos y moralistas, para afianzar sus malditas tesis desviacionis- tas, se fundamentaron en las corrientes doctrinales acaecidas desde el siglo XIX hasta ahora, pasando, naturalmente, por el conciliábulo Vaticano II; pues, aun- que el Concilio Vaticano II fue querido y convocado por el Espíritu Santo, di- cho Divino Espíritu Santo fue expulsa- do del mismo por una mayoría aplastan- te de obispos que ya eran apóstatas; como, asimismo, por la poca invocación que se le hacía. De otra parte, no hay ga- rantía sobre la firma verdadera del Papa San Pablo VI, pues en todo su Pontifi- cado, en la mayor parte del tiempo, estu- vo sometido a drogas, por lo que invali- da la autoridad del Concilio, ya que un Concilio sin el Papa a la cabeza no tiene autoridad sobre la Iglesia. Un Papa dro- gado, en sus momentos bajo los efectos de la droga, equivale a un Papa nulo. Por tanto, siendo el Concilio presidido por un Papa bajo los efectos de la droga, equivale a decir que el Concilio, en su mayor parte de tiempo, no tuvo cabeza. En dicho conciliábulo Vaticano II, de triste memoria para la Iglesia, se pro- mulgó la maldita ley sobre la libertad re- ligiosa, en abierta oposición a las Sagra- das Escrituras, en abierta oposición a la enseñanza común de los grandes y san- tos Doctores, en descarada oposición al Magisterio Infalible de la Iglesia. Esta maldita y monstruosa ley de libertad re- ligiosa, se opone a las definiciones de in- numerables Papas. El documento sobre la ley de libertad religiosa llevaba la firma del Papa San Pablo VI, el cual, inspirado por Dios, y con ardiente valentía, antepuso a su fir- ma, lo siguiente: «No obstante, perma- necen en vigor la doctrina y enseñanza de Nuestros Venerados Predecesores». El Papa con esta cláusula, invalidó el documento sobre la ley de libertad reli- giosa. En la actualidad, está por todas partes difundido dicho documento, pero sin la cláusula antes referida. El maldito ecumenismo y el conciliá- bulo Vaticano II: Condenable es el per- verso ecumenismo que, con fines de un nefasto concepto de unidad, ha preten- dido colocar en el mismo plano la Iglesia Verdadera y las falsas; llegando así a la conclusión de que, tanto la primera como las otras, habrán de renunciar a aquellas creencias que obstaculicen la consecución de tan funesta unidad. Mas, la Iglesia Verdadera jamás ha re- nunciado ni renunciará a ninguna de las verdades de Fe. Son las iglesias falsas las que han de abandonar sus errores si desean incorporarse o reincorporarse, según el caso, en el seno de la Iglesia Verdadera, única portadora de la Ver- dad y arca de salvación. No puede haber más que una religión buena, porque sólo una puede ser ver- dadera. Todo lo que no es verdadero no es bueno: la mentira y el error son esen- cialmente malos. Dios, que es la verdad substancial, ama necesariamente la ver- dad con todo el amor con que se ama a sí mismo, es decir, infinitamente, y, por lo tanto, detesta infinitamente el error. Ahora bien, la verdad es una, y no se contradice. Dos proposiciones contra- dictorias no pueden ser ambas verdade- ras. Pero las diferentes religiones se contradicen las unas a las otras; la una rechaza lo que la otra admite; aquella adora lo que ésta blasfema. Luego todas ellas no pueden ser verdaderas. Sólo una es buena, porque sólo una es verda- dera. Pretender que todas las religiones son buenas es lo mismo que decir que el sí y el no, el pro y el contra, son igual- mente verdaderos: esto es tragarse el mayor de los absurdos. Si todas las reli- giones fueran buenas, sería bueno creer con el católico en la Iglesia, y bueno con el protestante no creer en ella; sería bue- no con el protestante creer en Jesucris- to, Dios y Hombre, y bueno con Maho- ma negar su Divinidad. ¡Qué absurdo! Y sin embargo, éstas son las teorías que nos presentan como una de las grandes conquistas del espíritu moderno. En los tiempos de confusión y de divi- sión, después de aquel conciliábulo lla- mado el segundo concilio vaticano, era muy difícil oír la Sana Doctrina, porque una caterva de inicuos pastores gobernó dentro de la Iglesia. Hasta ahí ha llegado el colmo de la astucia del enemigo infer- nal, Satanás, infiltrándose dentro del seno de la Iglesia, y poniendo inicuos pastores para extender y propagar falsas doctrinas, incluso para ponerse en contra de la Reina de Cielos y Tierra, la Virgen Santísima, Nuestra Madre. El enemigo infernal, Satanás, había introducido el veneno dentro de la Igle- sia, porque el enemigo sabe que María quebrantará su orgullosa cabeza. En- tonces, ha metido dentro de la Iglesia esa caterva de inicuos pastores para que prediquen contra María, o para no ha- blar nada de Ella. Y así los seglares tam- bién perdieron la Luz y Satanás reina en sus corazones. En aquellos años de confusión, duran- te el pontificado del Papa San Pablo VI, en este Sagrado Lugar de El Palmar de Troya la Santísima Virgen fue honrada Next >